EL CULTO AL CARGO ES LA ANTESALA DEL CAUDILLISMO Y EL ORIGEN DEL FRACASO POLÍTICO
Por Luis Santibañez, militante de Los Hijos de Mafalda, seccion Tocopilla
Hasta los años 40 del siglo XX, en algunas islas del Pacífico Sur, principalmente en la zona de la Milanesia, los indígenas aún vivían muy apartados del mundo. En dichas regiones, estos pueblos rendían culto a sus antepasados, ya que entendían que éstos regresarían, trayendo consigo una nueva era de prosperidad.
Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los indígenas de las islas del Pacífico Sur comenzaron a oír rugidos en el cielo, y a ver enormes "pájaros oscuros", es decir OVNIS, también grandes canoas o monstruos marinos, que en realidad eran aviones y submarinos, respectivamente, los cuales desembarcaban en sus tierras. Ellos veían cómo de estas grandes canoas y monstruos, se abrían compuertas, de donde salían hombres blancos vestidos de verde y con muchas insignias, situación que para los habitantes de las islas se transformó en un suceso de proporciones bíblicas, ya que estos blancos hombres fueron considerados inmediatamente como Dioses.
Estos hombres blancos eran, ni más ni menos, que el ejército de los Estados Unidos, quienes ocuparon las islas, para crear sus bases militares en el Océano Pacífico, y que, producto del alto nivel de tecnología que utilizaban, los diferentes alimentos que consumían, y la abundancia que mostraban, fueron considerados verdaderos Dioses por estas tribus, principalmente por aquellas pertenecientes a la Isla de Tanna.
Una vez finalizada la Segunda Guerra, el ejército de EEUU se retiró de estas Islas. Por lo tanto, toda la ropa, la alimentación, las radios para comunicarse con otros Dioses, se fueron de las islas junto con ellos, y toda la "prosperidad" que llegó en ese momento, se esfumó para siempre. Desde ese momento hasta la actualidad, las tribus de las islas de la Milanesia, siguen desarrollando ritos, con parte de los uniformes y banderas que el ejército norteamericano dejó en dicho lugar, esperando cada año que aparezcan grandes aviones y submarinos, trayendo chocolates, café, cigarrillos y ropajes a su pueblo.
Este fenómeno ha sido estudiado por la Antropología y la Sociología, denominado como “Culto al Cargo”, es decir, que un ser humano puede considerar prácticamente como a un Dios a otro ser humano, a pesar de tener como base las mismas posibilidades de desarrollar cualquier capacidad. Tal situación se explica, principalmente, por los grandes niveles de alejamiento a fuentes directas de conocimiento, que permitan conocer las diferentes regiones y culturas del planeta, además de los altos niveles de aislamiento e ignorancia en los diferentes pueblos y localidades.
El culto al cargo se produce en muchos espacios, entre los que podemos identificar cultos religiosos y partidos políticos. Incluso, se puede observar en organizaciones que manifiestan tener una orientación más hacia la izquierda. El fenómeno, en el quehacer político, se refleja en una conducta que se hace cada vez más generalizada en los militantes de base, y parte con una gran admiración a un líder, que por tener una larga experiencia y amplio conocimiento político, se termina depositando en él todo el reconocimiento y el liderazgo, estableciendo, con esta acción, que un militante de base nunca tendrá la posibilidad real y concreta de transformarse y cambiar. Este hecho sólo viene a confirmar la tesis idealista y burguesa, que establece que los sujetos están destinados a ser siempre ellos mismos, casi por una determinación biológica y divina. Este fenómeno, en el quehacer político, se sustenta en la creencia de que existe un ente superior y externo a los sujetos, que posee la facultad maestra de conducir al partido o a la organización hacia los fines que se dice perseguir.
Esto ha generado, y sigue generando, consecuencias nefastas para la Izquierda, principalmente para aquella que tiene objetivos más revolucionarios, debido a que, para plantear la creación del hombre nuevo como el protagonista del Socialismo, que tiene como finalidad avanzar hacia la sociedad sin clases, es decir, al comunismo, nos vemos obligados a realizar un esfuerzo adicional. Este esfuerzo debe estar destinado a que la admiración a los compañeros con más conocimiento y experiencia, no signifique un estancamiento en el proceso de transformación de los Militantes más nuevos, y para que esto ocurra, la organización debe hacerse responsable de dicho proceso.
Si no se realiza aquello, en ningún caso podrán ser alcanzados los fines últimos de la organización política, pues si los Militantes no desarrollan un proceso de aprendizaje, que fortalezca su seguridad individual y colectiva, no podrán asumir un liderazgo político que rompa la pasiva dependencia existente con el "Gran Líder", o mejor dicho, el Caudillo.
En nuestro país podemos observar claramente cómo se reproduce el culto al cargo. Basta poner atención a los procesos eleccionarios, donde se puede ver cómo se repiten, en las candidaturas, los mismos sujetos, año tras año, quienes se disputan los mismos puestos, y si no son las mismas personalidades, lo que se repite en dichos periodos son sus familiares, que vienen de donde mismo. Esto sólo viene a comprobar la existencia de un grupo de sujetos, a quienes han logrado instalar en el imaginario colectivo, los cuales serían los únicos que pueden, y están capacitados, para acceder a un puesto de representación y poder político.
Como se puede observar, este fenómeno ocurre frecuentemente en la actualidad y ha sido naturalizado. El problema es que las orgánicas políticas que se consideran revolucionarias, también han adoptado e internalizado esta lógica, y en la medida que las fuerzas de izquierda comenzaran a aumentar su votación, o lográramos que nuestro pueblo desarrolle una inclinación hacia la Izquierda, si nuestras fuerzas siguen manteniendo el culto al cargo y el caudillismo, esto se traducirá en que nuestro pueblo internalice que sus liderazgos son imprescindibles, y por lo tanto, sin ellos no existirá posibilidades de transformación. Esta situación jugará en contra de la idea de construcción de un proyecto político Socialista, el que pasará a un segundo plano, ya que se fortalecerá la actitud pasiva del pueblo en la política, aunque los grandes caudillos planteen cambiar todo en forma radical.
El culto al cargo se fortalece gracias a la actitud pasiva direccionada hacia el aprender, en el no asumir responsabilidades que nos permitan liderar procesos, acciones que, como ya lo hemos establecido, sólo ratifican la postura del enemigo, que asegura que es un hecho totalmente natural la existencia de grandes políticos y pensadores, quienes están destinados a dominar y controlar la relación SABER-PODER, frente a un pueblo ignorante que clama la llegada de un salvador, y llora perdiendo la esperanza cuando éste muere o es asesinado.
Finalmente, debemos comprender que toda persona, por mucha experiencia y conocimiento que pueda tener, morirá en algún momento, porque así es nuestra naturaleza humana. Por lo mismo, si no comprendemos cabalmente el fenómeno del “culto al cargo”, no tendremos más alternativa que seguir reproduciendo conductas pasivas y dependientes de un otro, en cuanto a las tareas y responsabilidades asociadas a la transformación social y política. Para evitar dicha situación, nunca debemos olvidar que son las ideas las que sostienen el proyecto, debemos comprender que las personas mueren, pero las ideas y sus ideas son permanentes en el tiempo, y son ellas la base de la sociedad que perseguimos y deseamos construir, la que entre más radical es, más radical deben ser las transformaciones que deberemos realizar en nosotros mismos, de lo contrario, nuestro paso por algún partido u organización, sólo será una bella historia que podremos contar a nuestros herederos, quienes desde pequeños aprenderán que si no hay un gran líder, mesías o caudillo que nos guíe, no hay posibilidad ninguna de cambio y transformación.
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