Hace unos días, conversando con una amiga, Jaqueline, de profesión Psicóloga, ella me comentaba que un amigo le solicitó que atendiera a una amiga que no tenía dinero, y que él pagaría las consultas. Jaqueline, entendiendo la situación, le dijo que no se hiciera problemas, ya que ella atendería a su amiga en forma gratuita. Frente a esta oferta, el amigo de la Jaque se opuso, pues él entiende que el trabajo debe ser cancelado. Frente a esta posición, la Jaque le informó que no era necesario, pues con lo que ella ganaba en su trabajo le bastaba, para satisfacer todas sus necesidades y vivir cómodamente, por lo mismo, ella podía entregar su conocimiento y trabajo de forma solidaria. El cuento es que el amigo de Jaque no logró comprender la posición de la negra, ya que en su marco cognoscitivo no se encontraba la concepción de la solidaridad y el apoyo mutuo.
La situación que acabo de exponer, donde una persona no entiende cómo un profesional, o una persona en particular, está dispuesta a entregar su tiempo, sus conocimientos y su saber en forma desinteresada, no es una situación particular, sino todo lo contrario, es una realidad normalizada, y por lo tanto, generalizada. A nosotros, Los Hijos de Mafalda, nos ocurre constantemente lo mismo, puesto que a las personas les cuesta mucho entender el por qué hacemos nuestro trabajo en las ferias, o que entreguemos gratuitamente nuestros trípticos, o que no tengamos problemas con el hecho que cualquiera pueda utilizar nuestra información sin mayores dificultades. Incluso, las personas se admiran cuando, frente a sus preguntas, les informamos que nadie nos paga por hacer lo que hacemos, entregar la palomilla todos los fines de semanas en las ferias, o que este material sea financiado con nuestro propio dinero.
Cuando se presentan estas diferencias de cómo ver el mundo, nos encontramos directamente con dos formas de construcción de la realidad, a saber, dos ideologías diferentes. La primera ideología, y que, por desgracia, es mayoritaria en nuestro país, es la que no logra comprender que existan personas que estén dispuestas a entregar su tiempo y recursos en forma gratuita y desinteresada, esta es la ideología liberal y neoliberal. Como lo expone Milton Friedman, aquellas se fundan en la codicia[1], en el individualismo y los intereses personales, en la competencia desmedida y en la desigualdad generalizada, en la acumulación de riqueza por medio de monopolios, oligopolios y monopsonios, por lo tanto, en la sobre explotación de nuestro pueblo y de los recursos naturales. Por el contrario, la ideología que postula la construcción de una sociedad fundada en el gregarismo, en el trabajo comunitario, la acción desinteresada, el apoyo mutuo y la solidaridad, es la socialista. Esta ideología busca y persigue el bien común, el establecimiento y defensa de los derechos de nuestro pueblo, y propugna la justicia social.
Si logramos comprender y aceptar que estos hechos son reales, también debemos reconocer que existen ideologías que, por sus características, no se pueden desarrollar sin la corrupción. Si la ideología propuesta por Adam Smith, David Ricardo, Friedrich Von Hayek y Milton Friedman se funda en los principios antes enunciados, no nos debe sorprender que la corrupción se haya transformado en una noticia permanente en los últimos 15 meses en nuestro país.
Frente a lo expuesto, la pregunta que debemos hacernos, respecto a los diferentes hechos de corrupción que han azotado al país en los últimos meses, es por qué, si la corrupción es un elemento normal y natural del modelo liberal y neoliberal, ésta se ha transformado en noticia nacional e internacional. La pregunta puede tener diferentes respuestas, unas más acertadas que otras. Es así como podríamos exponer, como primera respuesta, que el nivel de avaricia llegó a tal punto, que los bandos medios, administrativos y jefaturas del sector público que participaban de estos hechos, terminaron aburriéndose de recibir tan poco dinero, por sus servicios a los empresarios, y producto de esto, finalmente destaparon el caso PENTA, que posteriormente derivó en el caso SQM, ley de pesca y el caso Caval, entre otros. Hasta este punto, podríamos asegurar que efectivamente en Chile funcionan las instituciones, ya que los medios de comunicación y el sistema de justicia han operado con cierta normalidad, atreviéndose a denunciar a políticos y empresarios que se han visto vinculados a estos casos. Pero la denuncia y procesamiento de estos casos oculta algo, pues levanta una cortina de humo frente al problema de fondo, cual es el que la asociación entre políticos y empresarios ha permitido un alto nivel de concentración económica del país, situación que es más grave que la misma colusión y la corrupción.
Una segunda respuesta a la interrogante, tiene que ver con la pérdida de legitimidad, tanto de las autoridades políticas, así como también de los empresarios, quienes, frente a esta situación, se han visto en la necesidad de realizar una acción de auto flagelación, que los obligue a aceptar y publicitar la creación de un marco normativo, una ley específica, que sancione de forma efectiva la corrupción, para que así, se produzca la sensación de igualdad ante la ley. Pero mientras ésta se redacta, discute y promulga, empresarios, políticos y la prensa en general se dedicará, a publicitar las diferentes situaciones de “corrupción”, en las que, tanto los empresarios y sus representantes políticos, han estado vinculados. En este marco de acción, ellos serán procesados, juzgados y multados, con el actual marco legal, que en la práctica no los sancionará realmente. Producto de esto, posteriormente tanto empresarios y políticos corruptos quedarán libres de polvo y paja, además, ellos presentarán una imagen de remordimiento y de sujetos arrepentidos, pero sin perder su riqueza, empresas y cargos. Finalmente, la nueva ley anticorrupción, como no será retroactiva, no los podrá tocar ni juzgar, pues ya habrán sido procesados y condenados, y por lo tanto, perdonados.
Una tercera respuesta a la denuncia pública de corrupción de empresarios y políticos, puede estar asociada a la perdida de legitimidad de éstos, la cual puede ser mejorada bajo la lógica del equilibrio o empate, ya que la denuncia de un sector implica como respuesta la acusación del otro, acción que tiene como finalidad lograr el equilibrio. Es como un juego de niños acusetes, ya que cuando un niño acusa a otro de hacer algo indebido, el acusado se defiende acusando al primero de otra cosa, entonces finalmente todos son culpables de algo. De esta forma, los dos son sancionados o liberados de culpa. Ejemplo de ello es la denuncia del caso PENTA, que es refrendada con el caso Caval. Aunque parezcan similares, estos dos casos son opuestos, ya que en uno existe tráfico de influencias entre privados, donde un empresario facilita un préstamo a la nuera de la Presidenta, hecho totalmente normal en el quehacer económico de nuestro país, pero que asume connotación pública sólo por el hecho de que en este negocio está vinculado el hijo de la Presidenta. Por el contrario, los casos PENTA y SQM están asociados a hechos más graves, ya que en ellos se vincula a servidores públicos, de carrera y electos vía sufragio, que recibieron dinero específicamente para favorecer legalmente a un grupo de empresarios, en desmedro de la población general. En estos últimos casos, los afectados somos el país en su conjunto. Desde el punto de vista de los perjudicados, estos casos son diametralmente opuestos, pero bajo la lógica del equilibrio y el empate, han sido igualados en gravedad y consecuencias.
Una cuarta respuesta a nuestra interrogante es que toda la publicidad asociada a la corrupción de empresarios y políticos, no es nada más que una cortina de humo, que persigue ocultar los ejes centrales del modelo de dominación existente en nuestro país, ya que se establece tácitamente que existen personas y sujetos que se corrompen, y que dicha situación no deja de ser casos particulares, privados y aislados. De esta forma, se omite que el modelo liberal y neoliberal, para subsistir, desarrollarse y crecer, se fundan en la codicia, y esta voracidad, por la acumulación de riqueza, implica necesariamente apropiarse del producto del trabajo de nuestro pueblo, adueñándose de las riquezas naturales de nuestra nación, expresadas en las materias primas, así como la propiedad de la tierra y el mar, situación que a la fecha ha sido normalizada, incluso considerada correcta, bajo el marco de la propiedad privada. Estas ideologías se sustentan bajo la promesa de que cualquiera puede lograr hacerse rico a fuerza de trabajo, premisa que es aceptada por la gran mayoría de nuestro pueblo, y por lo tanto, buscar el enriquecimiento personal es un hecho normal y natural, siendo posible de alcanzar bajo la competencia con todo aquel que persiga el mismo fin. Ahora, el asunto es que no todos llegan a la meta, ya que ésta será alcanzada exclusivamente por los ganadores, y todos los demás que compitieron se tendrán que conformar con haber participado, y deberán aprender que, para ganar, tienen que hacer trampa, o sea, corromperse.
En la práctica, las denuncias de corrupción vienen a ocultar la gran concentración económica existente en nuestro país, sobre la cual no se hace absolutamente nada, pues no se pretende modificar. Aquello implicaría un proceso de redistribución de la riqueza, situación que afectaría la propiedad de los grandes empresarios de nuestra nación, y de los servidores públicos que reciben dinero por facilitar dicho enriquecimiento.
Como todos ustedes saben, en nuestro país no es necesario tener una bola de cristal para saber cuál será el futuro de las diferentes denuncias de corrupción y los procesos judiciales que éstas generen. Sabemos que no pasará nada, pero puede darse el caso de que incluso alguien pudiera pagar con cárcel, hecho inédito, situación que sería ejemplificadora para la población, pues nos daría a entender que nadie está por sobre la ley. A pesar del hecho de que se pudiera encarcelar a más de algún empresario y/o político, esto no significaría que el modelo de dominación, fundado en la avaricia y codicia, y por lo tanto, en la corrupción, sufra alguna modificación. Todo este show mediático no será nada más ni nada menos que la máxima expresión del decir que cambio algo, cuando en la práctica no cambiará nada.
Finalmente, mientras existan ideologías como la liberal y la neoliberal, que se fundan en la avaricia y la codicia, la corrupción seguirá siendo un hecho permanente, ya que el enriquecimiento personal continuará existiendo como un valor social aceptado, respetado y deseado, y tanto es así, que esto ya está legalizado.
Para descargar este archivo pinche aquí
Mario Paz Montecinos
Militante del Partido Constituyente
Y de Los Hijos de Mafalda
Sección Estación Central
“El Mayor Compromiso Con Nuestro Pueblo Es La organización.
Súmate Al Trabajo de Los Hijos de Mafalda”
partidoconstituyente@gmail.com
https://www.loshijosdemafalda.cl/