Hace algunas semanas fueron enterrados los restos mortales de Don Patricio Aylwin, y más allá de enjuiciar si fue mucha o poca gente a su funeral y entierro, o si este fue el primer funeral de Estado de los últimos 50 años, o si este personaje fue importante para la historia de nuestro país, creemos que lo relevante en este artículo es intentar tratar de establecer las consecuencias de los actos de este personaje y de las fuerzas políticas que lo han legitimado.
Lo primero que debemos exponer, es que este sujeto no fue un traidor al gobierno de la Unidad Popular, y para esto nos remitiremos a un artículo escrito por nuestro compañero Luis Santibáñez, quien expone que “el rol central de las Democracias Cristianas en el mundo y particularmente en América Latina, fue y es básicamente, reposicionar a la derecha en el contexto de transformaciones sucedidas y que se produjeron entre 1950 y hasta 1973 en Chile, periodo en que el Partido Nacional y los conservadores pierden poder de representación electoral, producto de que las tendencias mayoritarias de la época se orientaban principalmente hacia el Estado de Bienestar y el Desarrollismo Industrial”. Según lo expuesto por L. Santibáñez, esta fuerza política, la DC, nunca estuvo ni ha estado al lado de nuestro pueblo, y menos junto al gobierno popular, por lo tanto, no pueden ser enjuiciados como traidores.
Santibáñez expone que, “el rol de la DC históricamente ha sido el gatopardismo, es decir, que intenta camuflarse entre los demócratas, para ganarle específicamente espacio al Marxismo, en vez de confrontarlo desde afuera, por lo tanto, si los militantes de la izquierda revolucionaria los considera como traidores tienen un problema, porque por definición un traidor es quien en un momento fue un aliado, es decir que ¿antes de que Aylwin fuera impulsor del golpe de Estado le creíamos?, o sea que ¿cuándo la DC se fracturó y nació la IC y el MAPU le seguíamos creyendo a Aylwin?, o sea que ¿tenía que golpearnos de frente para darnos cuenta que era nuestro enemigo?.
Las afirmaciones realizadas por nuestro compañero, son totalmente compartidas, y producto de eso, nosotros y las diversas fuerzas de la izquierda revolucionaria, no podemos catalogar y clasificar a Aylwin y la DC como traidores a nuestro pueblo, ya que nunca estuvieron a nuestro lado.
Una vez despejada esta primera cuestión, creemos que es necesario exponer que tanto la organización, ejecución y apoyo al golpe de Estado de 1973, no fue más que una acción política con tuvo objetivos concretos, los que trajeron un conjunto de repercusiones claras y definidas, que nos afectan hasta nuestros días, y que seguirán repercutiendo en nuestro futuro inmediato, hasta que las y los revolucionarios generemos la capacidad de alcanzar el poder, ejercerlo y mantenerlo.
El golpe realizado por la DC, no tuvieron otra intención que recuperar el poder político del Estado perdido a manos de la Unidad Popular, el cual, idealmente luego de 4 años, sería restablecido vía Congreso Nacional. Específicamente, este recaería en las manos del presidente del Senado quien era Eduardo Frei. En este marco, tanto Aylwin, como diversas personalidades de la DC, salieron a recorrer el mundo con la finalidad de justificar y dar apoyo a la tiranía impuesta por su partido, asegurando al mismo tiempo, que ésta no tendría una larga duración, pues existía el compromiso de parte de los militares de regresar a la normalidad política en un corto periodo de tiempo.
La defensa y justificación que la DC realizó respecto del golpe y de la instalación de la tiranía, se efectuó, independientemente de la masacre que se estaba ejecutando en nuestro país. Este partido representante del liberalismo empresarial, consideró que los asesinatos, las desapariciones, la tortura, el exilio, y el encarcelamiento de miles de trabajadoras y trabajadores, pobladores y pobladoras, era un precio justo que se debía pagar, por recuperar el poder político para seguir defendiendo a los empresarios, la propiedad privada así como también a la democracia burguesa.
Pero la planificación inicial de la DC, se vio frustrada finalmente en el año 1976, fecha en la cual, en el gobierno de la tiranía ya no quedaba ninguno de los militares que organizaron el golpe, los que fueron separados del gobierno, ya por que fueron asesinados o sencillamente llamados a retiro, particularmente nos referimos al general Óscar Bonilla y al Coronel Arellano Stark entre otros. Esta fecha marcó al mismo tiempo la derrota política ideológica de la DC y los empresarios liberales, que se vieron suplantados por una nueva ideología y sus representantes, los neoliberales o neo conservadores, que finalmente realizaron el cambio estructural del Estado y la cultura dominante, instalando el modelo político, económico y social existente en nuestro país hasta la fecha.
Sólo fue en ese momento en que, los demócrata-cristianos, comenzanron a distanciarse de la tiranía, acción que fue pálida y lenta, pues no se buscaba cortar definitivamente los puentes con los militares, hecho que les permitió posteriormente encabezar las negociaciones para el cambio de régimen. Finalmente el gatopardismo de la DC, les facilitó retomar el poder político con los gobierno de Aylwin y Frei respectivamente.
La Historia Oficial
En el marco de los funerales de Estado por la muerte de Aylwin, se hizo efectiva la historia oficial chilena, tanto de la tiranía, los militares y el supuesto retorno a la democracia. El gobierno, los empresarios y el conjunto de todos los partidos políticos oficiales que tienen representación parlamentaria, afirmaron sin ninguna duda que el actual régimen político chileno se lo debemos a Aylwin, cosa que no discutimos, y que este se consiguió con “un papel y un lápiz”.
Efectivamente, el sistema político, económico y social existente en nuestro país, es consecuencia del golpe de Estado organizado por la DC y su presidente, hecho que no admite discusión. Esto quiere decir que, si nuestro país es una de las naciones donde se presenta una de las mayores desigualdades sociales, es gracias a la DC, Aylwin y sus socios de derecha. También, debemos agradecerles por privatizar el cobre, el agua y en general todos los recursos estratégicos y naturales de nuestro pueblo, y así podríamos seguir, pero es innecesario enumerar todo lo que ustedes ya conocen.
Pero afirmar que el cambio de régimen se consiguió con “un papel y un lápiz”, es algo que tenemos que discutir indudablemente, ya que dicha afirmación sólo viene invisibilizando intencionalmente toda la lucha de un pueblo y sus organizaciones. El desconocimiento del quehacer ciudadano y político, expresado en la movilización social, que finalmente conquistó el derecho a la transformación social, ha sido eliminada de nuestra historia, y así lo expondrán todos los textos de enseñanza de nuestro país.
La historia oficial, al igual que toda la tradición oligárquica y burguesa que se enseña en las aulas de nuestro país, se ha encargado sistemáticamente de hacer desaparecer la participación de nuestro pueblo en las conquistas sociales. Este hecho es bien conocido por las organizaciones revolucionarias, ya que nunca se ha destacado su aporte político y social en ningún texto de la historia oficial, pues en ellos se nos da a entender que tanto los derechos como los beneficios laborales y sociales han sido un regalo de la clase gobernante, por lo cual debemos estar agradecidos. Este discurso se mantiene en la actualidad, particularmente cuando el Estado y sus representantes nos aseguran por ejemplo que la educación es gratuita, cuestión que es totalmente falsa, ya que la educación al igual que la salud, la vivienda y las pensiones que hace entrega el gobierno, son financiadas a partir de los impuestos que todas las y los ciudadanos pagamos, recursos que se acrecientan a partir de la riqueza que genera el trabajo de las y los trabajadores de nuestro país.
La historia oficial, desconoce la sangre derramada por las y los trabajadores, que se atrevieron a organizarse para luchar por nuestros derechos. De esta forma, se oculta las múltiples movilizaciones que se realizaron para botar a la tiranía. Se desconoce la lucha de las y los familiares de detenidos desaparecidos, del comité pro-paz, de la vicaría, del CODEPU y de muchas otras más organizaciones como los sindicatos de trabajadores, al igual que la lucha frontal de las organizaciones revolucionarias como el MIR, el FPMR, el MJL, los Socialistas Comandantes, el PC y las JJCC y de nuestro pueblo en general. Estas diferentes expresiones de lucha, fueron las que finalmente obligaron al cambio de gobierno pero no de régimen. Pero nuestras luchas a pesar de ser determinantes para el cambio de gobierno, no serán consideradas en los nuevos textos de la historia oficial chilena.
Si la historia oficial, consagrara y considerara a estas organizaciones, a las y los trabajadores y a nuestro pueblo como actores relevantes de los procesos de cambios políticos y sociales, se pondría en peligro el poder de que siempre ha gozado la oligarquía y burguesía nacional. Reconocer en los textos oficiales de educación, la capacidad real y concreta de nuestro pueblo y sus organizaciones para la transformación social, significaría directamente educar a las nuevas generaciones para que se transforme en el motor de su propia historia, lo que significaría enseñar a las y los jóvenes a ser revolucionarios.
Otro elemento relevante que consagra la historia oficial, es que el gobierno de Allende, fue considerado ilegal, pues transgredió la constitución de 1925. Este hecho es de suma relevancia, ya que con esta afirmación se pretende dar legitimidad al accionar de la DC, los partidos de derecha, los empresarios y militares golpistas, estableciendo que ellos se vieron en la obligación de actuar frente a esta transgresión del marco legal existente. Esta afirmación no es más que una mentira aberrante, ya que los que transgredieron la ley y la soberanía popular fueron ellos mismos, que no respetaron los procedimientos legales consagrados en la misma constitución de 1925 que pretendían defender.
Como lo hemos expuesto en artículos anteriores, el marco legal que ha regido la historia de nuestra bella nación, ha sido creado casi exclusivamente por la clase dominante, llámense oligarquía terrateniente y burguesía empresarial. Esto quiere decir, que nosotros el pueblo, las fuerzas políticas y revolucionarias, nos hemos acotado a dicha acción legal, la hemos respetado y hemos jugado con las reglas que ellos mismos han creado, y en las oportunidades que este marco legal y constitucional se ha transgredido o quebrantado, ha sido exclusivamente por acción de sus propios creadores, la rancia oligarquía y la burguesía empresarial, ejercicio que han realizado en respuesta a la organización de nuestro pueblo, que ha significado la pérdida de poder político de la clase dominante. Efectivamente, los únicos que sistemáticamente han pasado por encima de la legalidad, son los mismos de siempre, la clase propietaria, acción que se comprueba a partir de la constatación de que todas las constituciones chilenas, han sido el producto de conflictos, guerras y golpes de Estado.
La historia oficial, también ha desarrollado una conceptualización para acusar y satanizar a las organizaciones revolucionarias que se han visto en la necesidad de tomar las armas para defender a nuestro pueblo, acusándolas de extremistas y terroristas. Pero esta misma historia, nos muestra como los que han tomado las armas para alcanzar sus fines, también han sido los mismos de siempre, la clase dominante, que tiene las manos manchadas con la sangre obrera y de nuestro pueblo. Con esto queremos decir sin ninguna duda, que los que han enseñado al pueblo que las diferencias políticas se solucionan con el uso de la fuerza han sido los terratenientes, los empresarios y sus guardines, policías y militares.
Don Patricio Aylwin, la DC, la derecha, los terratenientes y empresarios, nos han enseñado que para defender lo que consideramos justo es necesario la utilización de las armas, ya que ellos históricamente han recurrido a la lucha armada.
Finalmente, la DC y los empresarios al conspirar con los militares para ejecutar el golpe, utilizaron la lucha armada, para asesinar y derrocar a un gobierno democráticamente electo, situación que ellos nunca reconocerán, por lo tanto, la historia oficial los seguirán vistiéndose de demócratas ante la opinión pública, típico del doble estándar de la DC.
Para descargar este archivo pinche aquí
Mario Paz Montecinos
Militante del Partido Constituyente
Y de Los Hijos de Mafalda
Sección Estación Central
“El Mayor Compromiso Con Nuestro Pueblo Es La organización.
Súmate Al Trabajo de Los Hijos de Mafalda”
partidoconstituyente@gmail.com